Carlos Salinas de Gotari
Su
sexenio presidencial es considerado uno de los más polémicos de la historia de
México en el siglo XX. Grandes cambios y controversias económico-sociales se
vivieron durante su gobierno, entre ellos la crisis económica de 1994,
privatización de empresas estatales, denuncias de corrupción, puesta en vigor
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) así como la
restauración de las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Desde
los primeros meses de su mandato, Salinas impulsó la cooperación comercial con
los países vecinos. Con los del sur, Colombia y Venezuela, suscribió un acuerdo
en 1989 para constituir a corto plazo una zona de libre comercio; también con
los gobiernos centroamericanos estudió la viabilidad de establecer un área
comercial libre en la zona y, finalmente, con los vecinos del norte, EE.UU y
Canadá.
Con
esto,se fundó un nuevo concepto del crecimiento económico nacional que
orientaba la producción hacia fuera, a la exportación, en detrimento de la
industrialización. En la liberalización comercial, en el desarme arancelario a
gran escala, iba a fundar, pues, México, sus perspectivas de progreso, y en
primer lugar, el presidente apostó duro por la inclusión de México en el área
de libre comercio ultimada por Canadá y Estados Unidos, país que por sí solo
concentraba el 73% de todos los intercambios de México con el exterior. Este
histórico despegue del área latinoamericana para unirse a la Norteamérica rica
y anglosajona desembocó en la firma por Salinas el 17 de diciembre de 1992, a
la vez que lo hacían, cada uno en su país, el presidente George Bush y el
primer ministro Brian Mulroney, del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN, o NAFTA en su sigla en inglés), por el que los tres países
asumían un cronograma para la eliminación de todos los aranceles al comercio
trilateral en un plazo de diez años a partir del primer día de 1994. Si todo
iba bien, en 2004 el TLCAN debía estar plenamente operativo.
El
sueño librecambista de Salinas no estuvo lejos de ser arruinado debido a las
fuertes resistencias que el proyecto concitó en sectores políticos y económicos
de Estados Unidos, donde cundió el temor a la entrada de productos mexicanos de
bajo precio y a una deslocalización de inversiones productivas buscando mano de
obra barata, pero el 17 de noviembre de 1993, con gran alivio del mandatario,
el Congreso de Washington aprobó el tratado gracias a la campaña promocional
lanzada por el nuevo presidente demócrata, Bill Clinton.
En opinión de Salinas, el libre acceso a un vasto mercado de 290 millones de
habitantes iba a relanzar las exportaciones mexicanas, mientras que la apertura
normativa doméstica iba a facilitar el desembarco de fuertes inversiones de los
empresarios del norte, fundamentalmente en el sector de las maquiladoras o
plantas de ensamblaje industrial (produciendo bienes de consumo directamente
destinados a la exportación), con la consiguiente creación de miles de puestos
de trabajo. Pero los críticos de la integración comercial presentaron una
batería de argumentos adversos y empezaron por destacar los riesgos que
supondría para la economía nacional una recesión en Estados Unidos.
Del
importante nivel que alcanzó el diálogo mexicano-estadounidense dejaron
constancia las numerosas cumbres presidenciales sostenidas por Salinas, doce en
total, con Bush y Clinton. La primera reunión de Salinas como presidente en
ejercicio con Bush tuvo lugar en París el 14 de julio de 1989, su primera
visita oficial a Estados Unidos discurrió del 1 al 6 de octubre del mismo año y
la primera recepción a Bush en casa, en Monterrey y Agualeguas, aconteció el 26
y el 27 de noviembre de 1990. Con Clinton, Salinas intercambió las primeras
citas en Nueva York el 26 de septiembre de 1994, y en el DF y Tlaxcala del 5 al
7 de mayo de 1997.
Salinas
vigiló atentamente toda posibilidad que permitiera a México adherirse a las
iniciativas emergentes de la nueva economía globalizada. Con el propósito de
diversificar en lo posible la clientela comercial, México fue el primer país
latinoamericano que ingresó en la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC),
en el escenario de la I Reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la
organización celebrada en Seattle el 19 y el 20 de noviembre de 1993, mientras
que la admisión, el 18 de mayo de 1994, en la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos (OCDE), exclusivo club del capitalismo internacional
que hasta entonces no había extendido la membresía a ninguno de los
categorizados como nuevos países industrializados, le permitió identificarse
con el primer mundo económico, no
obstante continuar México anclado entre los países de desarrollo medio.La
prioridad del TLCAN no fue a costa, empero, de los tradicionales vínculos con
los estados de América Central y el Sur; antes al contrario, éstos se
renovaron, aunque desde una perspectiva más desideologizada y comercial. El 10
de enero de 1991 Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, acogió una
cumbre entre Salinas y los cinco presidentes centroamericanos que significó el
relanzamiento del protagonismo de México en la región y que preparó el acuerdo,
firmado por los cancilleres en Managua el 20 de octubre de 1992, sobre la
creación de una zona de libre comercio a seis.
En
añadidura, con Nicaragua, en agosto de 1992, y con Costa Rica, en abril de
1994, se adoptaron sendos tratados de libre comercio. Ya en el terreno de la
facilitación de conflictos, Salinas fue uno de los denominados
"presidentes amigos" del secretario general de la ONU, el peruano
Javier Pérez de Cuéllar, en la mediación del proceso de paz de El Salvador.
Así, el Castillo de Chapultepec, en México DF, fue el escenario elegido para la
firma el 16 de enero de 1992 del acuerdo de paz definitivo entre el Gobierno y
la guerrilla salvadoreños. Con Colombia y Venezuela, socios copartícipes del
Grupo de los Tres (G-3), el país azteca resolvió establecer el 13 de junio de
1994 otra área de libre comercio a partir del 1 de enero de 1995. Y en el marco
de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), se firmaron otro
Tratado de Libre Comercio, con Bolivia, el 10 de septiembre de 1994, y un
Acuerdo de Complementación Económica, con Chile, el 22 de septiembre de 1991.
Por otra parte, Salinas, inaugurando un bienio de gran prestigio internacional,
fue el anfitrión en Guadalajara el 18 y el 19 de julio de 1991 de la I Cumbre
Iberoamericana, ámbito en el que se encontraban todos los países de América
Latina más España y Portugal.
En
política interior, su gestión estuvo marcada por el amplio programa de
privatización de empresas públicas que reportó a las arcas estatales unos
ingresos de 13.000 millones de dólares, la reforma educativa, la devaluación
del peso para contener la inflación y la reducción de la deuda externa. Salinas
también comprometió su mandato al ejercicio de una profunda reforma en su
partido y, en el último año de su presidencia, tuvo que enfrentar una
insurrección armada en el estado de Chiapas.
El
1 de enero de 1994, el movimiento indigenista y campesino autodenominado Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en
armas contra el Gobierno de México en protesta por la política neoliberal del
presidente Salinas y, durante varios días, la revuelta fue duramente reprimida
por el Ejército. El clima de violencia y las críticas, internas y externas, que
recibió el Ejecutivo por la contestación militar a las reivindicaciones
campesinas colocaron al Gobierno en una crítica situación que el presidente
trató de resolver con el anuncio del alto el fuego y la tramitación de una Ley
de Amnistía para los involucrados en la revuelta.
El
primero de marzo, el EZLN presenta al gobierno salinista una lista con sus
demandas, y este propone cambios políticos ordenados en el marco de la ley. El
diálogo termina el día 22, sin acuerdos, y los zapatistas anuncian una consulta
para revisar el documento gubernamental entre sus comunidades indígenas y de
sus bases de apoyo a la vez que restringen el acceso de la prensa a la zona de
conflicto. Pero la crisis política terminó por hacerse manifiesta y en la tarde
del 23 de marzo, el candidato priista a la presidencia de la República, el ex
secretario de Desarrollo Social durante el sexenio salinista, Luis Donaldo
Colosio Murrieta, sería asesinado en Lomas Taurinas, una colonia de la ciudad
de Tijuana, al norte de México. Las circunstancias del asesinato dieron lugar a
sospechas de la complicidad de algunos altos mandos políticos y militares e
incluso de la misma oficina presidencial.
El
1 de diciembre Salinas terminó su mandato y Zedillo tomó posesión de la
Presidencia. Nadie imaginaba entonces que México estaba a punto de sufrir una
de las crisis más angustiosas de su historia. El 19 de diciembre, informado por
Banxico de que las reservas internacionales en dólares estaban agotándose
vertiginosamente al ritmo de una masiva fuga de capitales especulativos y de
cancelaciones de tesobonos que habían
comenzado tras el asesinato de Colosio y tomado un curso acelerado en
noviembre, hasta alcanzar los 24.000 millones de dólares, Zedillo decidió
devaluar el sobrevalorado peso en un 15%, pero el nuevo margen de cotización
fue inmediatamente rebasado, obligando a declarar la libre flotación de la
moneda el día 22. Aunque los problemas de iliquidez del tesoro público habían
alcanzado un nivel crítico meses antes del traspaso presidencial, la
administración saliente no tomó ninguna medida contundente antes de recurrir a
la devaluación, como podría haber sido una subida de los tipos de interés
–receta ortodoxa que sin embargo habría resultado altamente impopular- para
revertir la crisis.
Hasta
las fiestas navideñas, el peso perdió un 60% de su valor, convulsionando los
mercados internacionales -el popularmente conocido como efecto tequila- y colocando las finanzas mexicanas al borde de un
hundimiento de dimensiones catastróficas. Sólo un gigantesco plan de salvamento
internacional coordinado por el FMI y capitaneado por la Reserva Federal
Estados Unidos, con una inyección de 51.000 millones de dólares, permitió
estabilizar el mercado cambiario, pero, eso sí, al precio de aplicar un draconiano
plan de ajuste. La descomunal crisis financiera reveló crudamente la naturaleza
desestructurada y ficticia de buena parte del crecimiento registrado de los
últimos años.
El mercado financiero volvió a estabilizarse, pero 1995 iba a
cerrarlo México con una recesión económica del 6,9% y una tasa de inflación del
52%, por no hablar de la destrucción o precarización de millones de puestos de
trabajo, de la pérdida de poder adquisitivo por la población y del agravamiento
de las desigualdades sociales.Bibliografías
Salinas de Gortari, C. (2000). México un paso difícil a la modernidad.
Schmidt, S. (1996). Política y humor: chistes sobre el presidente
mexicano Carlos Salinas de Gortari. Nueva Antropología, 15(50), 49-70.
Montiel, F. G. V. (1996). Cambio constitucional en México durante el
sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Foro internacional, 36(1/2 (143/144),
158-187.
Alarcón Olguín, V. (1995). El PRI en la presidencia de Carlos Salinas de
Gortari (un balance sexenal). Estudios Políticos, (6).




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